Gran Actividad en la Escuela 50


Este establecimiento escolar cuenta con su programa de Ajedrez desde el año pasado, con gran interés de los alumnos alcanzados por el proyecto: 5to y 6to Año turno mañana y tarde. Ya hemos tenido la oportunidad de presentar un Ajedrez Viviente, reproduciendo una partida famosa ante el público, y participar en Torneos Juveniles Bonaerenses y Juvenil de Ajedrez en el Club Sirio, con excelentes clasificaciones. Actualmente, los chicos preparan piezas construídas con material descartable para una presentación sobre un tablero gigante. Asimismo, nos encontramos en pleno campeonato interno para definir a los mejores jugadores de cada curso.

Moviendo Piezas en los Centros Comunitarios


A partir de este año, desde la Secretaría de Acción Social, Subsecretaría de Educación (Munic. Pergamino), se han comenzado a implementar talleres de enseñanza de Ajedrez en los Centros Comunitarios (CDC), dentro de un programa integral de desarrollo de actividades artístico-culturales y formación laboral. Por el momento, son los chicos y chicas de los barrios José Hernández y Otero quienes se instruyen en esta disciplina, aunque se preevé ir ampliando el horizonte ajedrecístico hacia los otros centros, visto el interés y la convocatoria generados. En estos talleres, no sólo participan los chicos adscriptos al centro, sino cualquiera que desee inscribirse, en forma totalmente gratuita, y funcionan los días Martes (J.Hernández) y Miércoles (Otero) de 9.30 a 11.30 y de 13 a 15 hs. El Ajedrez es para todos, y cuando hay voluntad las cosas se realizan.

Estampillas en la Historia - El Tablero y El Hacha

La historia del ajedrez, casi tan antigua como la de la humanidad, es sumamente rica en anécdotas y relatos de distintas épocas, involucrando a conocidos personajes. Los hechos que se narran a continuación –seguramente un poco novelados por el paso de tantos años- son aceptados como verídicos por los historiadores ajedrecísticos.
Vamos a Palacio El Escorial, España, año 1560.
Fray Ruy (Rodrigo) López de Sigura había sido reclutado años atrás como capellán de la corte del rey Felipe II. El cura, poco afecto a la austeridad monástica, disfrutaba de las comodidades de la vida cortesana, en donde además disponía del tiempo suficiente para perfeccionarse en el estudio del ajedrez, disciplina que lo apasionaba desde muy niño. Como muchos monarcas de la antigüedad, Felipe II gustaba de rodearse de eruditos e intelectuales, quienes colaboraban como asesores en el gobierno de un vasto imperio que abarcaba territorios europeos y americanos. Ruy López era un reconocido profesor en distintas áreas, autor de varios tratados sobre la teoría del ajedrez –algunos vigentes hasta nuestros días- y con el tiempo se había convertido en el mejor ajedrecista de la época. Ruy López, con su mente prodigiosa, era una especie de Kasparov del Renacimiento.
Pero aquella era una tarde negra. Su amigo, el Duque Medina Sidonia, había sido acusado de traición y condenado a muerte. Aunque gozaba de la confianza del rey, nada podía hacer Ruy en su favor: cualquiera que tratara de interceder por el acusado de tal deleznable crimen automáticamente sería considerado cómplice. A Ruy López se le había encomendado expresamente la asistencia espiritual final del traidor, y con gran pesar se dirigió a las mazmorras, lugar temible que jamás hubiera deseado conocer.
Cumplidos los ritos sacros de rigor, aún restaba tiempo para la ejecución, y el reo, como último deseo, le pidió al cura lo honrara jugándole una partida de ajedrez. Se trajo un tablero a la celda, y pronto se reunieron con entusiasmo los guardias, el verdugo, el alcalde y los sirvientes de la prisión para ver en acción al campeón Ruy López, espectáculo rara vez accesible al público plebeyo. Pero, ante el asombro de los ocasionales testigos, fue el Duque Medina quién ganó la extensa partida. Sin que nadie lo notara, el hábil clérigo había cometido deliberadamente varias impresiciones durante el juego para facilitarle la victoria, apenado por el destino de su amigo. El Duque, entre aplausos y dirigiéndole bromas a Ruy López, acompañó al verdugo hacia el patíbulo, la cercanía de la muerte casi opacada por la alegría de haber vencido al imbatible maestro.
Mientras esto ocurría, Felipe II tomó conocimiento de un gran complot que se tramaba en su contra, hallándose involucrados funcionarios de la corte. Estos fueron detenidos y confesaron su traición, y también que la acusación contra Medina era falsa, ya que por su fidelidad al Rey, se lo deseaba sacar del medio. El condenado se salvó del hacha en el último instante, gracias a que la ejecución se había demorado unos minutos por la partida de ajedrez.
Dice la historia que Fray Ruy López, inmediatamente aclarada la situación del Duque Medina Sidonia, le pidió la revancha ya que deseaba resarcirse públicamente cuanto antes de la derrota. Y la siguió pidiendo sin éxito hasta el fin de sus días, ya que el noble jamás se la concedió.

Partidas Simultáneas en la Peatonal







En el mes de Setiembre, como parte de un evento ajedrecístico organizado por la Cooperativa Eléctrica, se hizo presente en nuestra ciudad el Maestro Internacional Nahuel Diaz, quien brindó partidas simultáneas contra ocho tableros en Peatonal San Nicolás. Niños y adultos se acercaban y "probaban suerte" contra el talentoso maestro argentino. A todos los niños presentes se les obsequió un pequeño trofeo, recuerdo de su participación. Una anécdota interesante: En un momento dado, una fuerte ráfaga de viento desarmó la posición de Valentín (1ra plana en la foto) arrojando las piezas al piso; el MI Diaz, al terminar de hacer las jugadas en los otros siete tableros y llegar nuevamente ante Valentín, con el asombro de los presentes, rearmó la posición colocando las piezas en su lugar, tal cual estaban antes del incidente. Una contundente muestra de cómo el Ajedrez desarrolla la memoria visual.

Al terminar su partida -el maestro le concedió tablas- Valentín no estaba muy conforme. "Yo creía que entre todos a lo mejor le ganábamos", dijo.

"EMBARRIARTE"



En el mes de Setiembre se realizó la primer edición del programa municipal de intercambio cultural "Embarriarte", en las instalaciones del "CDC 12 de Octubre". En la oportunidad, participaron chicos de distintos Centros Comunitarios, docentes e invitados, llevándose a cabo presentaciones y espectáculos: Bandas de rock, grupos de cumbia, función de títeres, artistas plásticos, danzas árabes y folclóricas, etc. Como no podía ser de otra manera, también el Ajedrez estuvo presente, gracias al entusiasmo de los chicos y chicas atraídos por la curiosidad -y algunos invitados expresamente para la ocasión-, quienes al ver los tableros y piezas generaron en forma espontánea una sesión de partidas libres durante más de tres horas.

Cuento de Ajedrez

Por Paloma Orozco (adaptación libre)


En el tablero de madera, donde se enfrentaban los dos colores opuestos, Peón Hache ocupaba su posición. Las reglas ya habían establecido su lugar: frente a la torre, en primera línea de infantería.
Nunca había hablado con la torre. Aquella fortaleza silenciosa se pasaba la partida pendiente del rey y del momento en que debía protegerlo de los ataques del ejército enemigo. Entonces cambiaba su puesto por el de su majestad, practicando una sutil maniobra llamada enroque.
Es sabido que la caballería y la infantería nunca se han llevado bien. Esta era la razón por la que tampoco cambiaba muchas palabras con el caballo, al que miraba de reojo.
Los caballeros alfiles, más cercanos a la dama y al rey, siempre estaban serios y callados, así que tampoco tenía mucho que ver con ellos.
Y era evidente que con la realeza no se trataba o, mejor dicho, eran ellos los que no se relacionaban con un insignificante peón bajito y cabezón.
¡Si por lo menos fuera el peón de rey, decisivo a veces en el jaque mate!. Jamás había abierto la partida, y nunca había llegado hasta el final del combate; tampoco había sido condecorado como su compañero, el peón de dama. Por el contrario, era de los primeros en ser comido y aterrizar en la caja de las piezas vencidas.
Sin embargo, soñaba con encabezar una revuelta similar a la que habían protagonizado sus camaradas de marinería, que una tarde se amotinaron en medio del tablero azul intenso del juego de barcos. Pero ¿qué podía hacer un pobre peón?
Hasta que un día su suerte cambió.
Fue a media partida. La mayoría de sus compañeros habían sido vencidos y retirados del campo de batalla, pero inexplicablemente él continuaba allí. La dama había retrocedido temerosa, y el alfil que la protegía acababa de caer presa del enemigo.
Peón Hache ya no tenía la torre a sus espaldas; se hallaba casi desamparado: un caballo moribundo a punto de ser rematado y otro peón más atrás, vencido.
Entonces recordó una de las reglas aprendidas durante su entrenamiento: no retroceder nunca, ir siempre hacia delante, con valentía y decisión.
Casilla a casilla, sin mirar atrás, se dirigió hacia las filas enemigas. Varios peones contrarios intentaron sin éxito cerrarle el paso. Él siguió caminando hasta que llegó a la última línea. Una vez allí, le montaron en un caballo. Tuvo que decidir en cuestión de segundos si acudía en auxilio de su reina o plantaba cara al rey enemigo. Optó por esto último, ya que la reina todavía podía resistir un poco más.
Saltando ahora veloz por encima de la superficie bicolor, Peón Hache se encontró de pronto junto a un rey desafiante de ojos furiosos.
Se abalanzó sobre él y le arrebató su casilla. Acababa de darle jaque mate.
Nunca olvidaría los gritos de alegría de su ejército, ni el reconocimiento a su coraje por parte del enemigo; ni los cálidos labios de la reina sobre su frente, ni cómo ondeaban en su honor los estandartes prendidos en las crines de los caballos y en lo alto de las torres.
Pero al atardecer aquel campo de batalla había quedado desierto, y él regresó a la caja con las demás piezas.
A la mañana siguiente, Peón Hache volvería a ocupar su sitio frente a la torre, y quizá en un primer momento quedaría fuera de combate. Pero ahora sabía algo que antes ignoraba: una vez concluido el juego, el peón y el rey, como todas las piezas del tablero, como todos los seres de este mundo, acabarían volviendo juntos a la caja.

¿Qué es el Ajedrez Escolar?

Básicamente, un espacio lúdico implementado en una escuela o institución y destinado a chicos de distintas edades y ambos sexos. Éstos aprenden progresivamente las complejas técnicas del Ajedrez, matizando las explicaciones teóricas con prácticas intensivas. A diferencia del Ajedrez competitivo, no se busca aquí "sacar campeones" sino que todos participen, jueguen bien o mal, atendiendo las particularidades de cada uno y fomentando el respeto y la consideración por el otro. Una de nuestras normas es "Se aprende del que sabe más y se ayuda al que sabe menos".
Si bien la faz competitiva no resulta primordial, no es posible esquivarla, ya que los propios estudiantes desean confrontar para medir objetivamente sus progresos; en este sentido se organizan torneos internos informales, y se orienta a los chicos sobre los torneos que se realizan en la ciudad, tramitando la inscripción de los interesados. Siempre se deja en claro que lo importante es participar, aprender y divertirse.
El Ajedrez es un complemento excelente de la educación formal, razón por la cual paulatinamente se lo está incorporando a las escuelas, con apoyo del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación que envía juegos y material bibliográficos a las instituciones interesadas.
En la actualidad, hay en Pergamino al menos tres EPB en donde se enseña Ajedrez, tres Centros Comunitarios, y varios talleres que se desarrollan en distintas instituciones culturales.

Los ajedrecistas de la Escuela 1


La EPB Nº 1 es pionera en la implementación y sustentación en el tiempo de la enseñanza de Ajedrez. El Juego-Ciencia fue incorporado como un módulo de Matemáticas en el 2004 y aplicado a 5to y 6to años. Los alumnos aprenden progresivamente las reglas y técnicas del juego mediante clases teórico-prácticas. Se realizan trabajos en equipo, test de conocimientos y torneos internos. Asimismo, los chicos son mantenidos al tanto de los torneos que se llevan a cabo en la ciudad y se gestiona su inscripción. En el 2006, Clara Quiroga, de 6to. año, luego de resultar vencedora en las etapas local y regional del los Torneos Juveniles Bonaerenses, ganó merecidamente un viaje a Mar del Plata. En la foto, Leonardo Zurita (6to año), consigue con esfuerzo el primer lugar en la reñida etapa local de la misma competencia, edición 2007.

Taller de Ajedrez "Don Leopardo"


El Taller de Ajedrez del Centro Popular y Cultural "Don Leopardo" se inició en Octubre de 2004. Sus entusiastas participantes han intervenido en varias competencias de nivel local con excelente desempeño. Pablo Ludueña obtuvo el primer puesto de la etapa local de los Torneos Juveniles Bonaerenses (Ajedrez Menores No Federados) en 2006. Momentáneamente, y por razones edilicias, la actividad se halla suspendida; creemos reiniciarla el próximo año.